Comenzaremos hablando de cómo podemos definir la educación vial, y lo haríamos explicando que es aquel conocimiento que adquiere un ciudadano sobre aquello que tiene lugar en la vía pública, incluyendo dentro de la misma: la seguridad vial, los accidentes de tráfico, los primeros auxilios y la movilidad sostenible.
Una vez aclarado el concepto, entendemos de la importancia de la misma, y por lo tanto la necesidad de integrarla en la vida del niño, ya sea desde la educación formal como en la informal, a través de los cursos extraescolares.
Los cursos extraescolares, como ya explicamos en algún post anterior deben de ser elegidas por los niños teniendo en cuenta sus gustos, condiciones físicas y preferencias; y nunca deberíamos obligarlos a realizar nada que no les guste.
Sin embargo, como para toda norma hay excepciones, los cursos a los que nos referimos deberían ser entendidos como una formación básica y por lo tanto los niños deberían acudir.
Para que no «incumplamos» del todo esas características básicas, la idea es presentar los cursos extraescolares relacionados con la educación vial de una forma lúdica y divertida para los más pequeños.
¿Cómo podemos hacer esto?
La mejor manera de aprender, es haciendo. Proponemos un circuíto de educación vial en el que los niños no solamente aprenderán a manejar los vehículos que se le entreguen, sino también a conocer y respetar las señales de tráfico más utilizadas.
Todo esto lo realizarán bajo la vigilancia de un «policía» que irá retirando puntos y estableciendo multas dependiendo de las sanciones.
Estas actividades además, podrán estar complementadas por otras enseñanzas que puedan recibir en casa o en el cole, como cuándo cruzar la calle, las diferencias entre vías,…
¿Hay una forma mejor de aprender?
«Un peatón es un hombre sin su automóvil». Frédéric Dard
